por Justi Muñoz
Dejémonos de banderas y símbolos que dividen más que unen y usemos las manos para abrazar y los labios para dialogar, reír y besar.
Cada día ando más cansado de la política oportunista de viejas glorias que nos dicen lo que hay que hacer como si fuesen el nuevo testamento, no quieren perder la primera linea y siempre están para dar a entender lo mucho que aún mandan, cuando realmente pintan poco en los corazones de las personas de a pie. Fueron importantes, y se añora aquellos años en que defendían realmente a la sociedad y no a sus intereses.
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Pero hay que distinguir entre quienes son maestros con ganas de aportar y quienes usan su maestría para lucro propio y se apartan de sus idearios originales, amoldan su ideario a su bolsillo y a su interés.
Estamos en un momento de necesidad de una nueva clase política que salga de entre la gente y que lideren a la gente.
He de reconocer que no soy imparcial, y me mojo al decir que veo en este sentido a un Pedro Sánchez bastante acertado en sus decisiones sobre diálogo, desde hace tiempo viene proponiendo en este sentido.
La política, siempre necesaria, ha de poner sentido común y palabra a los desvaríos de quienes abandonan las leyes democráticas para intentar imponernos sus opiniones.
Sin duda hay que valorar el esfuerzo y trabajo de las fuerzas de seguridad, importantísimas en la defensa de las libertades. Pero la estrategia de sus mandos, a mi entender, ha de ir en dos direcciones bien delimitadas en una democracia. Una, el cumplimiento de los mandatos judiciales; dos, defensa de la libertad del individuo, desde un mandato político de actuación, y es en este mandato político donde hay que tener especial cuidado para no dañar la imagen de las propias fuerzas del estado, al tiempo que se salvaguarda los derechos ciudadanos y también las obligaciones de esta misma masa social.
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En una sociedad con tantos problemas como la actual, paro, vivienda, sanidad, pensiones, educación... estar gastando dinero y tiempo en ideas separatistas, encuentro que es un sin sentido.
A su vez la democracia ha de poner las leyes para salvaguardar la propia libertad, pero también, en una democracia viva han de modificarse y volver a reafirmarse las propias leyes por la ciudadanía cada cierto tiempo, para que así la mayoría sientan suyas las reglas de juego.
Y esto es la política, diálogo y palabra, buscar consenso para dotarnos de reglas de convivencia que permitan a todas las personas estar cómodas en un ámbito común.
Ya se que no es fácil, pero para eso les elegimos, para dialogar y buscar fórmulas de entendimiento y convivencia democrática.
España es diversa y en eso esta parte de nuestra fuerza como país.
Dejémonos de banderas y símbolos que dividen más que unen y usemos las manos para abrazar y los labios para dialogar, reír y besar.