Cuando sonreír no es gratis.
Luchar por los sueños es el inicio del futuro. Justi Muñoz
Luchar por los sueños es el inicio del futuro. Justi Muñoz
Solo hay una forma de proteger
nuestra tierra y a sus gentes, y esta forma no es otra que una política rural
de desarrollo de abajo hacia arriba.

En la definición de estos
objetivos está la cuestión, en la definición y en la forma o proceso de esta
definición. Es decir, no es lo mismo un proceso de imposiciones de arriba hacia
abajo, que un proceso de corrección de necesidades de abajo hacia arriba.
Mi opinión es que el objetivo
final no puede ser otro que la felicidad y la sonrisa. Puede parecer banal,
pero parad y pensar, si hay felicidad es que se ha conseguido igualdad y
bienestar, si hay sonrisa es que no hay penurias. Y es esa medida la que hay
que tener en cuenta a la hora de gestionar el déficit, la medida de superávit o
déficit en felicidad. La economía y el
mercado tienen que ser parte del proceso para conseguir el objetivo final, pero
de ninguna manera pueden ser a la inversa.
Para contrarrestar las políticas neo-liberales,
que además están apostando de manera descarada por el desprestigio y liquidación
de la política por razones obvias, hay que definir nuevos conceptos y nuevos
terrenos de juego donde lo social sea el fundamento.
El mundo rural con sus territorios,
con sus gentes, con su agricultura y ganadería, no es un mundo de segunda o de
tercera como muchas personas creen, incluso del propio mundo rural, sino que es
el primer mundo, el esencial, el imprescindible. Lo rural, no me canso de
decirlo es el aire, el agua, la tierra, los alimentos, la energía,…, en
definitiva los recursos y sus gentes mantienen, cuidad y gestionan esos
recursos tan necesarios.
Mantener pueblos con pocos
habitantes, centros de salud o colegios en zonas dispersas con ratios pequeños
de población no son inversiones con pérdidas económicas, son inversiones
necesarias para mantener los recursos al tiempo que se mantiene el bienestar y
las mejoras del modo de vida de las gentes. Si mantenemos un monte, un río, un
bosque; si generamos riqueza en eco-turismo, en energías renovables; si
invertimos en sistemas de vida autónoma para tercera edad en el medio rural;
conseguiremos el equilibrio entre lo que falta en la ciudad y lo que sobra en
el campo.
Invertir en personas, en I+D+I, renovables
y en medio rural es invertir en felicidad y sonrisa. Aseguremos rentas dignas
para toda la ciudadanía y luchemos para que la globalización sea lo contrario
de lo que es: Globalicemos los recursos para hacer más felices a los infelices
y menos ricos a los ricos, siendo seguramente, también más felices.